Hoy vengo a contarles un poco sobre lo más difícil que tuve que aprender en el camino holístico espiritual en el que me encuentro.
Muchos hoy en día hablan de lo maravilloso que es ser consciente de nuestra energía, de cómo percibir los cambios de frecuencia en el entorno que nos rodea y todo lo lindo, que realmente en lo personal amo y lo vivo a pleno.

No todo es color de rosas
Pero hay una cosa que, como dice el dicho, "no todo es color de rosas", y sí, coincido plenamente porque cuando uno se hace consciente verdaderamente de lo que somos, ya no se puede volver atrás o fingir demencia haciendo que nunca pasó. Y este es un punto de no retorno. Igualmente, se lo puede ver tanto positivo como negativo porque vivimos en un mundo de dualidades.
Aprender a aceptar sin intervenir
Volviendo al punto de no retorno, una de las cosas que más me costó aprender, es entender, comprender y aceptar con mucho amor que mis seres queridos no quieren muchas veces sentirse mejor.
Al principio me frustraba y me enojaba porque, yo conociendo el potencial y la cantidad enorme de beneficios que ciertas sesiones tienen, no lograba entender por qué no querían.
Con el tiempo entendí que no hay acto de mayor amor que aceptar y seguir amándolos de igual forma a quien no quiere ser ayudado, porque justamente es eso lo que el alma necesita experimentar en este momento presente, y así tal cual, es perfecto.
Es respetar, acompañar y ser espectador por más que no sea lo que nosotros preferiríamos. Pero hay un detalle: nosotros no somos la otra persona, y muchas veces es muy difícil ponerse en sus zapatos.
Por lo general, es demasiado doloroso volver a vivir ciertas experiencias pasadas y aterra la posibilidad de volver a sentir lo que tanto hirió años atrás.
Por eso, y justamente por esa razón, yo no soy partidario de los terapeutas que hacen sesiones igual por pedidos de familiares, porque todos tenemos esas ganas de ayudar y ver a la persona que uno quiere estando mejor. Pero nuestro ego es más fuerte y cruzamos la línea de pasar por encima de nuestro ser querido y decidir lo que pensamos que es mejor, siendo el caso que este acto no siempre es el adecuado para ese momento.
NO HAY ACTO DE AMOR MÁS GRANDE, QUE ACOMPAÑAR EN MOMENTOS OSCUROS DESDE EL AMOR INCONDICIONAL "ACEPTANDO Y RESPETANDO" LAS DECISIONES PERSONALES.
Yo sé que es algo súper difícil, pero nadie tiene por qué pasar por encima de las decisiones personales.
Espero realmente que mis palabras escritas sean de ayuda para que puedas reflexionar al respecto y aprender a acompañar desde el amor incondicional, aceptando los blancos, los negros y los grises que tenemos todos como seres humanos conscientes que deciden por sí mismos.
Con amor, Joa.