En el vasto camino de la vida, muchas veces nos encontramos mirando hacia atrás, añorando lo que fue, aquello que en algún momento nos brindó felicidad, seguridad o confort. Sin embargo, la verdad profunda y a menudo difícil de aceptar es que lo que extrañas, en su forma original, ya no existe.

El universo está en constante cambio, y nosotros, como seres espirituales, también estamos en transformación. Lo que en el pasado fue, cumplió su ciclo, dejó su enseñanza y se disolvió en el tiempo. Cuando nos aferramos a las memorias, tratamos de capturar una esencia que ya no es, intentando revivir momentos o sensaciones que ya no están en el mismo plano de nuestra realidad actual.
En la práctica holística y esotérica, comprendemos que el apego al pasado puede ser una de las mayores fuentes de sufrimiento. Las energías del pasado son solo recuerdos que resuenan en nuestra mente, pero ya no habitan el presente. Al liberarnos de ellas, nos permitimos fluir con el momento presente, donde la verdadera magia ocurre.
Es importante honrar el pasado, pero no desde el anhelo o la nostalgia, sino desde la gratitud. Agradece lo vivido, lo aprendido y lo sentido, pero entiende que cada experiencia fue una manifestación temporal, una etapa que te ayudó a crecer y evolucionar. Lo que fuiste, las personas que conociste, las emociones que experimentaste, ya han cumplido su propósito.
Cuando soltamos el pasado, abrimos espacio para lo nuevo, para que nuevas energías, personas y experiencias lleguen a nuestras vidas. El universo no deja vacíos; cuando liberamos el apego a lo que ya no es, permitimos que lo que nos corresponde en esta etapa de nuestra evolución encuentre su camino hacia nosotros.
Recuerda: lo que extrañas, ya no existe, pero lo que eres en este momento es más valioso y poderoso que cualquier recuerdo. Todo lo que necesitas para ser pleno ya está dentro de ti, aquí y ahora.